Memorias de la guerra: Cómo fueron recibidos los soldados del GA 101

Los testimonios de Omar Liborio y Aldo López recordando el arribo a Comodoro Rivadavia aquellos días de 1982. Cómo Liborio llegó a Junín desde La Plata. En la foto el soldado VGM Miguel Potes posa junto a un cañón de 155 mm. A su lado también están quien fueron jefes de pieza del GA 101 en Malvinas: el sargento 1ro. VGM Omar Liborio y el cabo 1 VGM Juan Manuel Figueroa



(Fuente: "Así Combatimos". La historia de los cañones de Junín en la Guerra de Malvinas, G.A. 10 - 2012, Edit. las Tres Lagunas)

El buque "Almirante Irizar" ancló por aquellos días con los heridos -entre ellos varios soldados que prestaban servicio militar en el Gupo de Artillería 101 y habían cruzado a Malvinas- en Comodoro Rivadavia, debido a que la marea estaba baja. Los heridos fueron trasladados en helicópteros hasta el muelle para luego ser derivados al Hospital Militar Comodoro Rivadavia. Allí tuvieron camas y mantas para taparse, recibieron buena alimentación y las curaciones que en cada caso fueron pertinentes.

Omar Liborio, quien por entonces tenía el grado de cabo primero en 1982, cuenta:

"La gente se aglomeraba para saludarnos y tocarnos, pero no los dejaban, igual gritaban y cantaban el Himno (por eso creo que el sur vivió la guerra de Malvinas diferente al resto del país).

Iban a buscarnos para llevarnos a sus hogares. Después de tanta insistencia de parte de la gente, me autorizaron a salir junto a dos soldados que yo no conocía. Nos llevó una familia a comer pescado a la costanera, a un lugar que me acuerdo se llama "Rada Tilly". A mí no me gusta el pescado pero cuando hay hambre no hay pan duro. Así que me comí unas buenas rabas que hasta hoy de vez en cuando me gusta comerlas porque me traen una nostalgia impresionante".

La llegada a Comodoro tuvo un significado particular para el soldado Aldo López. El mismo nos lo relata:

"Desde Malvinas mandé varias cartas a mi familia. Después me enteré que éstas nunca llegaron a destino. Cuando bajamos del helicóptero en Comodoro, unos periodistas nos sacaron unas fotos, las que después aparecieron en algunos diarios locales y tambien en una revista que creo que era la "Siete Días". Una vecina la compra, me ve, me reconoce y se la da a mi madre. Ahí recién mi hermana la cuenta que había estado en la guerra".

Liborio fue trasladado desde el Hospital de Comodoro Rivadavia al Hospital Militar de Campo de Mayo. De allí es llevado al Hospital Militar Córdoba, lugar donde se le hacen aplicaciones de rayos para correr y encapsular las esquirlas, esto con la finalidad de no someterlo a una operación. Luego regresaría al Hospital Militar de Campo de Mayo y de allí al CARI (último escalón para los heridos en su proceso de recuperación). Al respecto nos comenta Liborio:

"Nos atendieron muy bien. Dormíamos y podíamos levantarnos cuando queríamos. Nos daban buena comida porque decían que debíamos recuperar los kilos perdidos que en mi caso eran 11.

Un día pedimos franco con un cabo primero de apellido Infante, pertenecía al Regimiento de Infantería 7 "Coronel Conde" de La Plata. Nos dieron diez días de licencia a cuyo término debíamos regresar.

No teníamos ropa, pero a ese centro de asistencia venían colectivos de línea a buscar soldados de La Plata y llevarlos a La Plata, así que tomamos un colectivo de esos y nos fuimos para esa ciudad. Allí Infante me llevó a su alojamiento donde tenía ropa, pero el cofre tenía candado y la llave la había dejado nada menos que en Malvinas...así que rompimos el candado y me prestó un equipo de gimnasia.

Como era petiso me quedaba demasiado corto así que me puse las medias por arriba del pantalón, las zapatillas flecha blancas que traía puestas, tomé mi funda exterior de bolsa cama donde traía mis pertenencias y listo. No tenía un peso encima. Entonces Infante me llevó a hablar con el encargado de finanzas que era un suboficial mayor para que me adelante plata ya que tenía más de un sueldo sin cobrar  y así poder viajar hasta Junín. Este señor se negó y no me dio ni un peso ni a mi ni a Infante que era de su unidad, así que salimos a la calle, yo todavía medio rengo.

Nos pusimos a hablar. Yo estaba de mal humor, así que debo haber dicho algunas malas palabras. Nos escuchó un señor, se arrimó y nos preguntó qué hacíamos. Le contamos y nos dijo: "Arriba muchachos". Era un taxista. Nos llevó hasta Liniers de donde era Infante y a mí a la terminal. Me sacó el pasaje a Junín, me lo dió, me abrazó y se marchó. Nunca pude saber su nombre. Así viajé a Junín"
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